Las expectativas son suposiciones centradas en el futuro, en otras palabras son sucesos imaginarios que pueden o no suceder. ¿Qué se diferencia una visualización o un idea, de una expectativa? La respuesta es muy simple, una visualización o una idea se convierte en expectativa en el momento en que le otorgamos la facultad a algo o alguien de hacernos felices.
Cuando una expectativa ya sea que alguien tenga un comportamiento determinado, que una situación se haga realidad, que algo suceda de una manera determinada… y no se cumple, lo más probable es que ese resultado inesperado nos produzca frustración, decepción, tristeza o cualquiera sentimiento negativo que nos haga daño.
Algunas expectativas son más realistas que otras y dependiendo de esto, nuestro nivel de decepción será mayor o menor. Esto quiere decir que entre más cerca estemos de lo que en realidad puede suceder, más sencillo será mantenernos en paz.
En la definición de las tensiones también encontramos que muchas de las tensiones psíquicas provienen de crear esas excesivas expectativas en la que el psiquismo es llevado a una búsqueda, a una espera de algo que se convierte en algo posesivo.
Sobre todo, aislarnos del presente.
Este es una caso muy simple, me gusta porque esta situación sucede mucho, esperamos que nuestros amigos nos agradezcan algo, que nuestros padres nos den mayor reconocimiento, que nuestras parejas adivinen lo que necesitamos, que nuestros compañeros de trabajo piensen similar a nosotros, etc. en el momento en que las cosas no suceden como esperamos, nuestro mundo se viene abajo y entonces culpamos a las situaciones y a las personas de nuestro dolor, cuando la responsabilidad real no está afuera sino que está en nuestras expectativas.
Al darle poder a las expectativas, perdemos el control y nos convertimos en seres que dependen de que una idea mental, esta se haga realidad para estar satisfechos.
La clave es ser conscientes de que eso que imaginamos no está sucediendo y no sabemos si se hará realidad, por lo tanto nuestra felicidad no puede depender de algo que no existe. Entonces, la clave está en visualizar sin apegarnos o aferrarnos a nada ni a nadie.
Por otro lado esta el Propósito, objetivo o meta. Es un lugar, condición, circunstancia, situación, etc. a la que nos gustaría llegar teniendo la consciencia de que en este momento no existe, de que debemos recorrer un camino para alcanzarla y de que no podemos saber si nos dará felicidad o no, puesto que es un resultado futuro y solo lo sabremos cuando suceda.
Si nos damos cuenta hay una gran diferencia, los propósitos, objetivos o metas, son realistas mientras que las expectativas no, y como mencionamos anteriormente, entre más realistas seamos, menor será nuestra frustración o decepción.
Las características de un objetivo, meta o propósito es que sea alcanzable, medible, cuantificable, especifico y con un limite temporal. Queremos llegar allí, pero sabemos que aún no lo hemos hecho. (No está en nuestro presente) y debemos recorrer un camino para alcanzarlo.
Aunque creemos que puede ser positivo para nosotros, solo sabremos si es positivo o no, cuando lo alcancemos. De modo, es útil trazar un plan, sabiendo que quizás en el trayecto se pueda torcer por lo que tengamos que llegar por otro lado, o la meta en sí misma se transforme.
La diferencia principal entre un propósito, objetivo o meta y una expectativa, es que a la segunda le otorgamos la facultad de hacernos felices cuando en realidad no la tiene.
Nuestro bienestar o felicidad no puede estar condicionado a situaciones que pueden suceder, ni a cosas externas (pertenencias, personas, etc) esto es una decisión que debemos tomar cada día, es una actitud y un trabajo constante.
En consecuencia, evitemos crear expectativas y más bien definir objetivos más conscientes y coherentes con nosotros mismos, sin colocarles el peso de nuestra felicidad.
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